Es importante comenzar desmintiendo que la marca es sólo un logotipo. La marca es todo lo que la gente piensa, dice y siente sobre un producto, un servicio, un lugar, un libro, un programa de televisión. Es, en esencia, un imaginario que se construyen las personas en relación con cada punto de contacto.

Aunque siglos atrás la marca se entendía como el sello para diferenciar el ganado (de ahí el concepto marca = logo), esta evolucionó con el paso del tiempo, y, en el siglo XX, cuando se desarrolla y crece el consumismo, con consumidores más exigentes, el concepto de marca se transforma para poder diferenciar cada vez más unos productos de otros. Ya el simple sello o logo no era lo suficientemente fuerte para diferenciarse.

La marca entonces se convirtió en la forma de comunicar, de dar valor, y en un montón de elementos intangibles que generan emociones en nuestro consumidor. Se volvió un trabajo constante que requiere de un entendimiento profundo del cliente, de saber cómo penetrar en una cultura y crear lealtad, afinidad, compromiso y conexiones con las personas.

Para la creación, construcción y desarrollo de marca aparece un proceso llamado Branding, vital para las estrategias de negocio, pues es la columna vertebral que sostiene todas las decisiones de la empresa.

Es así como finalizamos concluyendo que la marca es el valor más grande que puede tener una compañía: define el posicionamiento y ayuda a que la empresa se sostenga en el tiempo.